Origine dei Cognomi delle Famiglie Toscane a Mar del Plata


El siguiente proyecto fue presentado a la Región Toscana, con el objetivo de indagar sobre las historias de la inmigración de familias toscanas a la Argentina y su radicación en la ciudad de Mar del Plata.

Además de esta publicación, se han desarrollado conferencias sobre la Inmigración Toscana en Mar del Plata en la Feria del Libro a fines del año 2009

Lemmi


Cuando un hombre siente que allí, en su lugar, no encontrará el cauce para sus fuegos interiores e intenta transitar caminos difíciles, desconocidos y logra concretarlos se convierte en protagonista y testigo de su propia historia.
Si ese hombre termina de recorrer su vida en 1924 y 74 años después a sus descendientes no les cuesta rastrear sus huellas en las trastiendas familiares ni en los testimonios ciudadanos, nos encontramos frente a alguien trascendente.

Don Ferdinando Lemmi
nació el 28 de noviembre de 1849 en Sassorroso, Villa Collemandina, provincia de Lucca, Italia. Lugar y tiempo que nos hablan, en especial a través de su música y literatura, de una raza que entroniza el amor a la patria.
El joven Lemmi se une al ejército italiano como voluntario y allí durante 8 años encausa su primer fuego interior.
Seguramente se enfrentó a la nostalgia, la amistad, el dolor, pero supo rescatar la fuerza, el sentido del honor, el lirismo.
Regresa a su tierra,  se  casa  en  Massa  Carrara  con María Longhi el 21 de octubre de 1883.

En la vieja Italia, valles y montes eran atravesados por un susurro irresistible: America!!. Dentro de Ferdinando Lemmi se enciende su «segundo fuego» orientado esta vez hacia una tierra de paz.
En 1883 junto a su esposa y su primer hijo Pílades, desembarca en Buenos Aires el 31 de diciembre (Barco Maskelvne). Luego... el tren hasta Dolores y el trote de los caballos, el polvo, el interminable y desolado camino al sur y la esperanza del hombre ilusionado. Por fin el mar y tan poquito más!.
Sobre esta primitiva Mar del Plata, la memoria oral familiar recogió el dato de la llegada de la familia Lemmi, de lugar impreciso, pero siempre desde el asombro ¡solo eran pocos  ranchos.

En la memoria histórica de nuestra ciudad, se entrecruzan los nombres: Meirelles, Peralta Ramos, Pedro Luro, el saladero, los muelles y la magia de la palabra plural, que se hizo raíz y rango en la vida de Ferdinando; casas, la de él, la de los otros; planos, ladrillos, andamios, mezcla, esos fueron los nombres del hombre en su nueva tierra.
Cavar, acarrear, apilar, clavar, esos fueron sus verbos. Su «tercer fuego» lo arrebata, la construcción.

 Su familia crece; en estas tierras nacen sus 6 hijas y 4
de sus 5 hijos varones, cada uno de estos a su tiempo secundaron a su padre en su trabajo, quien con ellos crea una empresa constructora cuya validez merece la pena rescatar ya que sus huellas van unidas a las de otros que son historia viva de nuestra ciudad.

Conocerlos es aprender a interpretarnos, es hacer una lectura nueva sobre nuestra ciudad que no surgió como por arte de magia sino por los pasos sucesivos que le fueron  dando los seres quienes quizá con lentitud pero con la tenacidad propia de quienes hacen realidad un sueño.-



Aspecto Socio-Cultural
Fue un hombre que supo manejar su tiempo o fue una época que permitía emprender caminos paralelos y fructíferos? Ese tiempo corría o se deslizaba?
Desde joven leyó con avidez, para él las palabras tenían el poder de transmitir sus pensamientos y sentires, estos últimos siempre fueron intensos, el amor a la patria, los grandes valores que en su época tenían gran peso, cuyos nombres no se temían: caballerosidad, nobleza, desinterés...

Ferdinando Lemmi desarrollaba frente a la comunidad italiana una labor similar a la de un cónsul. Los inmigrantes acudían a él, desde su llegada en busca de trabajo y asesoramiento. Fue un referente necesario para solucionar sus problemas.
Realizó obras de repercusión social. Fundó una escuela ítalo-argentina. Fundó la Sociedad de Socorros Mutuos, Giuseppe Garibaldi, fue su presidente durante 11 años, colaboró materialmente y apoyó con afecto y fuerza a las familias de reservistas italianos; trabajó junto a otros para que se levantaran los monumentos a Cristóbal Colón, a Bartolomé Mitre (ambos en sus lugares de origen),  a Humberto Primo (desaparecido), pronunció el discurso inaugural del 2do., en la memoria familiar se recordaba; Roca le sostenía el sombrero, y Diego Mitre el sobretodo, ambos agradecieron sus palabras y se pusieron  a su disposición efusivamente.
Poetas, guerreros, pensadores, soñadores, artistas, héroes, mártires eran los citados en sus discursos. Honor, nobleza, espiritualidad, libertad, eran sus valores. No escribía discursos largos, en ellos subyacían enaltecidas la virtud y la gloria. De él se decía que era un gran orador.

El 6 de marzo de 1912 recibió la Cruz de Caballero de la Corona del Rey de Italia, por su actuación para con los italianos y el amor a su tierra.

En cuanto a su ideología política, sin acudir a la terminología actual, se deduce que tomó distancia de la corriente anarquista y apoyó el «orden social» de la época tanto de la monarquía de Italia como la republicana de la Argentina, su segunda patria a la que quería y respetaba.




Al decir de la época, Ferdinando Lemmi tenía un gran señorío, finos modales, vestía con elegancia, caminaba con sello militar. 

Los banquetes eran frecuentes aún en su casa... llamador, zaguán, glorieta, glicinas... se realizaban con cocinero y mozos contratados para la ocasión.  

En el amplio patio o en la glorieta se ubicaba la Banda Oficial los días patrios italianos para ofrecerle a Ferdinando Lemmi los temas de su tierra lejana. 

Su vida social fue intensa, las convocatorias eran de origen cultural, patriótico o de beneficiencia.


Muere el 16 de abril de 1924, fue enterrado en una bóveda que él hizo construir, diseñada por Alejandro Bustillo, en el Cementerio de la Loma donde aún se conservan sus restos.
Comentarios sobre su desaparición se publicaron en:  «La Capital», «El Progreso», «II Giornale  d'Italia»,  «La Patria degli Italiani», «El Trabajo», «El Sol» y «La Gazzetta degli Italiani».

Semblanza Familiar
Los 11 hijos de María y Ferdinando amaron con ternura a su madre y con admiración a su padre, 54 nietos formaron la segunda generación marplatense, hoy conviven 5 generaciones nacidas en esta ciudad.

Sobre sus nietos Ferdinando ejerció y ejerce en los que aún viven, una especie de fascinación, ya que de él se conserva un rico anecdotario.
Se lo vé como un personaje romántico, se lo recrea con su coche a caballo y su cochero, se lo imagina con su traje, sus joyas, la camisa con botones de brillantes y su acudir con frecuencia a la casa de fotografías con su condecoraciones, copias de fotografías que aún hoy, a 74 años de su muerte abundan en las cajas o álbumes de cada Familia Lemmi y descendientes.
Lo vemos ensayar sus discursos frente al espejo de la sala cerca del piano e imaginamos el sonido de los aplausos al oír sus palabras. Al leer en los recortes periodísticos que se lo menciona como paladín, mecenas, protector y reiteradas alabanzas a su inteligencia y tesón, nos lleva a recordar los héroes de la adolescencia.

Hubiera sido un gusto estar a su lado cuando recibía medallas por sus actuaciones o le leían poesías que le habían dedicado. Un orgullo genuino lo acompañó, el mismo que hoy lo acerca en el recuerdo. Esa heredad, quizás falente, también nos humaniza. Sus «modus» perdura. El verbo dócil, la asignatura social, la vida con aplomo, la misteriosa atracción de lo construido, rectitud de procederes, cierta distinción.
Il Cavaliere Don Ferdinando Lemmi proyectó una vida alejada de sus raíces, supo construirla con nobles materiales y en ella, nos enraizó.
Rememorarlo es para nosotros necesario e inevitable.



FERDINANDO LEMMI Empresa Constructora
Mar del Plata nace a la vida a fines del siglo pasado. Su rol de ciudad de veraneo tiene en la tarea de construir una dimensión relevante del «ser ciudad», conjunción a la que propietarios /construcciones / ideología signan.
A una clase alta deseosa de recreación, la acompaña una ciudad cobijante y un «corpus de ideas» que soporta sus ansiedades.
Así Biarritz es su émulo, el neoclasisismo primero y el pintoresquismo luego, concepciones convocantes. Así las grandes familias, atraen firmas propias o ajenas para su proyectar, que empresas esencialmente locales, construirán.
Fue ese aspecto particular del crecimiento (distinguida concepción del descanso y prioridad del gran cobijo), lo que otorgaría a la construcción, un espesor a nuestro entender exacerbado, del «ir siendo» de la ciudad. Y en ella, sus hacedores (todas sus áreas conexas), inexcusable referencia.
Quizás sea ese referente, carente de otros de similar magnitud, lo que prohíja en sus componentes un espacio en la primigenia sociedad de cierta inequidad. Los constructores iban ocupando ese lugar pues su calificación era sustancial a la calidad de lo construido.

Mar del Plata se construía sin mesura. Espasmo, grandilocuencia ni discreción era cuidada. Mar del Plata parecía europea. Lo fue de una manera rauda. En esa concepción de vida, «se iba haciendo». Y sus habitantes, los ganados por el lugar, forjándola. Así las primeras familias.
Con ellas, los hermanos Florencio y Ferdinando Lemmi. A poco andar, al decir de J.C. Gazcón el «maestro de obras» se independiza y forma su propia empresa constructora. Corría 1884. Luego sería Ferdinando (Fernando) Lemmi e hijo (Pílade) hijos, Arturo Lemmi y Hermanos (Alessio, Nello, Fernando) y finalmente, Arturo Lemmi e Hijo (Mario Arturo).
Fueron aproximadamente 40 años de trabajo, que continuarán sus hijos.
La casa de la calle Santiago del Estero 2331 atesoró los ideales proyectuales y la ambición empresaria que se concretó en cientos de obras, la mayoría de una cultivada creatividad, atributo de una tarea común con arquitectos de consideración (Basset Smith, Bustillo, Dates, Acevedo, Becú, Moreno, Gutiérrez y Urquijo, otros). Hoy muchas de ellas por bondad de la piqueta, pertenecen a nuestro patrimonio arquitectónico. Quizás fueron las más destacadas, sólo recuerdo de fotografía.
No es azaroso ni casual considerar la dimensión constructiva de ese hacer. Y ella, nuestra segunda observación. Los primeros constructores, venidos de afuera pero afincados rápidamente a estas tierras, tenían conciencia «del bien hacer». El destino los desafió y ellos respondieron con conocimiento y arrojo.

El saber constructivo y manual, natural de fines de siglo, exigía responder a encomiendas muy desarrolladas, más, siendo éstas provenientes de una esmerada formación cultural. Europa, la recurrente de nuestra aristocracia, tuvo en los constructores marplatenses dignos interlocutores y, en la obra terminada, su sustantivación.
La necesidad de evaluar la obra desde una visión menos establecida, acercar otras variables al análisis, hace una tercera observación. La tarea con cualidades históricas las entroniza el poder. «Quien quiera oír que oiga» diría Neobia. Ese auspicio es imprescindible. La mayor abarcabilidad de los hechos humanos y su equilibrada comprensión, proveen al análisis fundamento más inteligible y justo.
La historia establecida general y particular de la arquitectura y el urbanismo, nos remite al lugar, la obra, el propietario, el autor. El autor es la mente que protege la idea, es la dirección que colige lo proyectado.
Mas la obra es una aventura de partes, donde su construcción se torna dignificante por la «forza» del trabajo diario de cientos de obreros. Es verdad, la del «obrero levantando el andamio» simboliza la glorificación de la obra.
Lectura que cualifica los hechos, proporciona mayor equidad y mejora su historicidad.                                  

Los hijos que integraron sucesivamente la empresa, fueron: Pílade, Alessio, Nello, Arturo y Fernando. Pílade (1883/1927), nacido en Italia, se destacó como proyectista; su obra evidencia una fuerte influencia de Basset Smith. Alessio (1887/1948) al igual que sus hermanos colaboró activamente en la empresa como encargado de obras. Nello (1889/1940), estuvo a cargo de la dirección ejecutiva de las obras en el período de mayor apogeo de la empresa. Arturo (1890/1960), jefe de la sociedad en su momento más brillante. Se destacó como empresario de gran envergadura. Por último, Fernando (1902/1928) trabajó con Alejandro Bustillo en el chalet de Devoto. Colaboró con él en Buenos Aires hasta su temprana muerte, junto a su sobrino Rolando Sartora.

Sus descendientes
Si bien sus descendientes tuvieron un lugar en la sociedad, hay que destacar que uno de sus tataranietos, Tristán Bauer, nacido el 22 de junio de 1959 en Mar del Plata, resulta ser un hombre de reconocida trayectoria en el país y en el extranjero, por haber realizado como director varias obras cinematográficas de corto, mediano y largo metraje, entre ellas: “Iluminados por el fuego” que recibió 21 premios, siendo el de mayor importancia “El Goya de Oro”.
Preside el ente oficial Radio y Televisión Argentina Sociedad de Estado, que comprende el Canal 7, Canal de Cultura Encuentro y Radio Nacional.
Entre otras de sus distinciones es haber sido declarado por las autoridades municipales Ciudadano Ilustre de la ciudad de Mar del Plata. 

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Don Luis Matías Lemmi, vino al mundo un día 24 de febrero de 1870 en Sassorosso, comuna de Villa Collemandina, en aquel entonces provincia de Massa Carrara, hoy provincia de Lucca. En el seno de la familia formada por Francisca Baroni y José Lemmi nacieron 3 hijos: Marcos, Enriqueta y Luis Matías
Su padre era agricultor y desde muy joven lo ayudaba en sus tareas de labranza.
En búsqueda de mejores horizontes emigra con su hermano Marcos hacia la República Argentina, partiendo ambos del puerto de Marsella en el buque La France. Arriban al puerto de Buenos Aires el 10 de marzo de 1889 manifestando que su ocupación es la de jornaleros.

Luis Matías declara al entrar al puerto argentino que tenía 16 años, aunque en realidad contaba ya con 19. Su hermano declaraba tener 22 años.
Sus padres y su hermana quedaron en Italia; años después Enriqueta también emigra hacia la Argentina.

El destino de ellos era Mar del Plata, por cuanto en ese lugar ya se habían radicado unos primos: Ferdinando y Firenze Lemmi. Con ellos estuvieron viviendo un tiempo, hasta que consiguieron su propia vivienda.
Luis Matías se ocupó en el ramo de la construcción, desarrollando el oficio de albañil; posteriormente obtuvo el título de constructor de 2da.
Poco tiempo después, es convocado para trabajar en la localidad de Pedro Luro, también en la Provincia de Buenos Aires, donde realizaba tareas de mantenimiento en diversas estancias de esa zona.

Habiendo transcurrido algunos años y una vez que cumplió con su objetivo, regresa a Mar del Plata donde prosigue con su oficio en forma independiente.  
Aquí es donde conoce a Agatina Serafina Longhi, quien firmaba y se hacía llamar Agueda, hija de don Martín, también toscano de nacimiento y originario del mismo pueblo; queda prendado de su belleza y tras 3 meses de noviazgo, el 11 de febrero de 1904 contrae enlace en la iglesia San Pedro de esta ciudad.

Al poco tiempo de su casamiento, regresa a la localidad de Pedro Luro nuevamente requerido por la familia Luro con el objeto de volver a trabajar en las estancias de la zona. Teniendo en cuenta que era entonces un territorio casi salvaje por la presencia de aborígenes en el lugar y solitario por la carencia de población en la cercanía de su vivienda, doña Agueda no pudo resistir esta nueva forma de vida y 4 años más tarde regresan a Mar del Plata. Sus familiares comentan que si no hubiera sido por esa circunstancia, era muy posible que se hubiesen radicado en ese lugar.



A la vuelta, su primer hogar se materializa en la casa construida por las propias manos de Luis en lo que hoy es Catamarca 2044, antes Pueyrredon 3098. Era una propiedad como la de aquella época, de ambientes muy grandes, de las que se llamaba de “tipo chorizo”, donde al fondo había un gallinero y al frente se cultivaba algunas verduras. Según la tradición oral, fue inaugurada el 18 de abril de 1908; treinta años después, se refacciona toda la casa y se hermosea el frente con una fachada de material y aberturas, propio al estilo de ese lugar de la ciudad, donde todavía (año 2011) se conservan frentes de similar forma, como por ejemplo en la esquina de Catamarca y Bolívar y linderos.
El progreso de esa zona, de alguna manera obligó a sus herederos a vender la casa a una empresa constructora para la construcción de un edificio en propiedad horizontal, recibiendo en pago algunos departamentos.
Es del caso comentar que don Luis sigue con su oficio de albañil, donde participa en la refacción y construcción de algunos sectores del colegio Santa Cecilia, como así también construyó varias bóvedas en el Cementerio de La Loma, entre otros trabajos destacados.

Pudo invertir algunos de sus ahorros en varios terrenos baldíos, algunas veces en sociedad, otras en forma individual; pero al decir de sus familiares nunca pudo obtener buenas ganancias en las ventas de los mismos.
Doña Agueda y don Luis tuvieron 6 hijos: René Leonello, Ofelia, Marcos, José (Pepe), Etelvina y Normando, a quienes logró darles la debida instrucción.

En el transcurso de su vida ganó muchos amigos, se hizo socio de la   Sociedad Italiana Giuseppe Garibaldi y le gustaba reunirse con sus amigos para jugar a los naipes.
Era un hombre apuesto y alegre, también respetado y de firmes convicciones religiosas en la fe católica, a punto tal que muchas veces fue elegido como padrino del sacramento de Bautismo de los hijos de algunos parientes y amigos. Era un hombre de misa diaria y fue acólito de la Iglesia San Pedro hasta meses antes de su muerte.
No tuvo la posibilidad de regresar a su pueblo natal para visitar los pocos parientes y amigos que le quedaban.

Fallece en Mar del Plata el 16 de septiembre de 1957 a los 87 años.
A pesar de lo prolífico que fue don Luis Matías Lemmi, el destino no quiso que perdurara en el tiempo semillas de su sangre, quedando sólo en la actualidad (año 2011), su hija Ofelia Lemmi como única y última descendiente.

Merecen un párrafo aparte, sus 2 hermanos: Marcos y Enriqueta, que si bien pasaron un tiempo por Mar del Plata, el primero se casó sin dejar descendencia, falleciendo en la provincia de Corrientes a la edad de 46 años y la segunda (¿? – 30/5/1942) se casó con un primo segundo Ireneo Lemmi (¿? - ../1/1916), con quien tuvo 7 hijos; después de pasar un tiempo en Mar del Plata, vivieron en Pedro Luro, regresaron a Italia y finalmente se radicaron en la ciudad de Lanús, provincia de Buenos Aires.